La consejera estatal de Morena en Jalisco, Melissa Cornejo, denunció sentirse vulnerada y sin respaldo luego de que el vicecanciller del Departamento de Estado de EE.UU., Christopher Landau, ordenara la cancelación de su visa debido a una publicación en redes sociales considerada ofensiva por las autoridades estadounidenses.

En entrevista con el periodista Manuel Pedrero, Cornejo explicó que su activismo en Morena comenzó “desde que nos escupían en la calle”, motivada por la esperanza de un cambio político. No obstante, tras la cancelación de su visa, señaló que enfrenta presiones tanto del gobierno de Jalisco como del de Estados Unidos, y afirmó sentirse desprotegida por su propio partido.

La polémica se desató el 9 de junio, cuando Cornejo compartió una imagen en X (antes Twitter) que mostraba a una persona con la bandera de México frente a un automóvil con la leyenda “Fuck ICE”, en el contexto de protestas contra redadas migratorias en EE.UU. Acompañó la publicación con el mensaje: “Van a quitar visas a quienes compartan… Viva la raza y métanse mi visa por el cu…”.

Días después, Landau confirmó públicamente haber ordenado la cancelación de su visa, afirmando: “Los que glorifican la violencia y el desafío a las legítimas autoridades y al orden público (‘FU* ICE’) de ninguna manera son bienvenidos en nuestro país.”*

Ante la controversia, la dirigente nacional de Morena, Luisa María Alcalde, aclaró que “las expresiones de Melissa no representan la postura del partido”, deslindándose de sus declaraciones. Cornejo reaccionó con decepción: “Entiendo que esta situación es más grande que Luisa, que yo, que el partido (…), pero no comparto las formas, yo no lo hubiera hecho.”

También aseguró que el deslinde ha sido unilateral y que, aunque se siente triste, sigue reconociendo que “el partido es muy grande y diverso, hay gente valiosa”, mostrando sus credenciales de militancia en Morena.

La consejera también informó que ha restringido sus redes sociales tras recibir advertencias sobre cuidar su discurso por su rol dentro del partido.

Este caso ha abierto un debate sobre libertad de expresión, soberanía y consecuencias diplomáticas, en un contexto donde la frontera entre lo personal y lo político parece cada vez más difusa.