Mucho antes de que Europa conociera la brújula, los vikingos ya dominaban las aguas del Atlántico Norte. Entre los siglos VIII y XI, estos navegantes escandinavos exploraron y colonizaron regiones como Islandia, Groenlandia e incluso América del Norte, sin necesidad de instrumentos modernos.

Los vikingos desarrollaron sofisticadas técnicas de navegación basadas en la observación del entorno natural, el conocimiento astronómico y la tradición oral. Durante el día, se guiaban por el sol utilizando herramientas como el disco solar o tablilla de sombra, que proyectaba sombras para calcular direcciones cardinales. Por la noche, recurrían a la Estrella Polar (Polaris) y a constelaciones conocidas para mantener su rumbo.

En días nublados, probablemente utilizaron una sólstein, o “piedra solar”, un cristal de espato de Islandia capaz de detectar la posición del sol gracias a sus propiedades de polarización. Investigaciones modernas, como las de la Universidad de Budapest en 2018, respaldan la viabilidad de esta técnica.

Además, los vikingos sabían leer las señales del mar: seguían el vuelo de aves costeras como gaviotas, analizaban el color del agua, las corrientes y los patrones del viento. Sin mapas escritos, memorizaban rutas mediante descripciones orales de fiordos, islas y montañas, información que se transmitía de generación en generación a través de sagas y canciones.

Para medir distancias, empleaban gnomones —varas para medir sombras— y cuerdas con nudos, que les permitían calcular trayectos en mar abierto. Todo este conocimiento se aplicaba en sus emblemáticos drakkars, embarcaciones largas, rápidas y maniobrables ideales para cruzar el océano.

El legado de estos navegantes se confirma con hallazgos como el de L’Anse aux Meadows, en Canadá, un asentamiento vikingo que demuestra su llegada a América hacia el año 1000 d.C., casi 500 años antes de la expedición de Cristóbal Colón.

Los vikingos no solo fueron guerreros temibles, sino también pioneros del arte de navegar, combinando ciencia, observación e intuición para conquistar el mar sin necesidad de brújulas ni mapas.