La cancha Philippe Chatrier, escenario de tantas gestas deportivas, se convirtió este domingo en un templo de homenaje para Rafael Nadal, quien recibió una despedida histórica en el lugar donde forjó una leyenda: Roland Garros. Sin raqueta en mano, pero con el mismo espíritu combativo y carisma de siempre, el extenista español apareció ante 15 mil aficionados que lo ovacionaron con gritos, aplausos y cánticos de “¡Rafa!”.
A sus casi 39 años, Nadal regresó a la pista central no para disputar otro partido, sino para ser honrado por su legado sin precedentes: 14 títulos del Abierto de Francia, con un récord de 112 victorias y apenas 4 derrotas. Con traje oscuro y un semblante conmovido, el mallorquín recorrió la cancha entre aplausos, mientras se proyectaban en las pantallas momentos icónicos de su carrera.
“Esto es difícil… Buenas noches a todos. No sé por dónde empezar tras 20 años jugando aquí”, dijo con voz quebrada en francés, inglés y español, conteniendo las lágrimas. “Gané, perdí, pero siempre me emocioné al estar en esta cancha”.
En un gesto que reflejó la hermandad del tenis, sus grandes rivales y amigos Roger Federer, Novak Djokovic y Andy Murray lo acompañaron en la ceremonia, fundiéndose en abrazos que hicieron vibrar aún más al público. En la primera fila, su esposa sostenía al hijo de ambos, observando con orgullo la despedida de un ícono.
El ambiente en las gradas fue electrizante. Aficionados con camisetas color arcilla lucían mensajes de “MERCI RAFA”, y mosaicos formados por el público reflejaban frases como “14 RG” y “RAFA” entre corazones, en honor al más grande en la historia de Roland Garros.
El homenaje fue un reconocimiento a dos décadas de entrega, pasión y excelencia. Nadal deja un vacío difícil de llenar, pero también un legado eterno en el deporte blanco. La Philippe Chatrier, su segunda casa, se despidió con lágrimas y aplausos del rey de la arcilla.