Las pecas, esas pequeñas manchas marrones que aparecen con frecuencia en el rostro, brazos y espalda, son en muchos casos vistas como una característica estética más. Sin embargo, especialistas advierten que su presencia podría ser una señal de daño solar acumulado, especialmente cuando se incrementan con la exposición al sol.
Conocidas médicamente como efélides, las pecas son áreas de la piel donde los melanocitos —células responsables del pigmento— presentan una mayor actividad. Aunque en general no representan un riesgo para la salud, sí pueden indicar que la piel ha recibido una alta dosis de rayos ultravioleta (UV), lo cual se asocia con un mayor riesgo de cáncer cutáneo.
“La exposición solar constante hace que los melanocitos trabajen más, por eso las pecas se intensifican en verano o tras actividades al aire libre”, explican dermatólogos. Además de la radiación UV, factores como la genética y el color de piel influyen en su aparición. Personas pelirrojas o rubias, así como aquellas con antecedentes familiares, tienen mayor predisposición a presentarlas.
Aunque su aparición es común desde la infancia o adolescencia y no suelen requerir tratamiento, los expertos recomiendan observar su evolución. En especial, hay que diferenciar las pecas benignas de otras lesiones más peligrosas como los lentigos malignos, que son manchas oscuras más grandes y que requieren evaluación médica.
Para prevenir su aparición o agravamiento, se recomienda el uso de protector solar con FPS 30 o superior, reaplicándolo cada cuatro horas si se está en interiores y cada 45 minutos en exteriores. También se sugiere usar gorra, sombrero y ropa que cubra la piel.
En caso de notar manchas nuevas, cambios en el color o forma de las pecas, lo más aconsejable es acudir con un dermatólogo para una revisión profesional y descartar riesgos mayores.