Estrés y presión arterial: ¿riesgo real para el corazón?

Estrés y presión arterial: ¿riesgo real para el corazón?

Las exigencias de la vida diaria, los pendientes acumulados y la ansiedad por llegar a todo pueden dejar huellas físicas: palpitaciones, opresión en el pecho o contracturas musculares. Aunque estos síntomas suelen vincularse con el estrés o los nervios, muchas personas se preguntan si también pueden esconder un problema cardiovascular.

Cuando la emoción se manifiesta en el cuerpo

De acuerdo con el doctor Sergio Baratta, jefe de Cardiología del Hospital Universitario Austral, el estrés agudo puede provocar un aumento transitorio de la presión arterial, y si esa tensión se mantiene en el tiempo, podría derivar en hipertensión. Por su parte, la doctora María Bárbara Nigro, especialista en hipertensión, señala que lo que se conoce popularmente como “presión nerviosa” no es una enfermedad en sí, sino una reacción normal del cuerpo ante una situación estresante.

Esta respuesta fisiológica se debe a la liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina, que elevan la frecuencia cardíaca y contraen los vasos sanguíneos. Así, la presión sube temporalmente, pero vuelve a la normalidad una vez que se supera el episodio de estrés.

No es un mito, pero tampoco una enfermedad crónica

Aunque muchos pacientes refieren tener “presión nerviosa”, los especialistas insisten en que no se trata de un diagnóstico reconocido. Según el doctor Daniel López Rosetti, no existe ningún respaldo científico para esa denominación. Sin embargo, es real que situaciones intensas como un accidente, una discusión fuerte o un evento deportivo pueden generar aumentos breves en la presión arterial.

El problema, advierten los expertos, surge cuando esos picos son frecuentes o prolongados. La ansiedad constante y la falta de herramientas para gestionar el estrés pueden aumentar el riesgo de desarrollar hipertensión crónica o incluso provocar eventos como infartos, accidentes cerebrovasculares (ACV) o muerte súbita, sobre todo en personas con antecedentes cardíacos.

Factores como el tabaquismo, el consumo de alcohol, el sedentarismo y algunas medicaciones también influyen. De hecho, la doctora Nigro destaca que varios fármacos de uso común —como ansiolíticos, antidepresivos o jarabes para la tos— pueden elevar la presión sin que el paciente lo sepa. Información de elimparcial.com



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